Y es que, aunque a medida que cumplimos años, nuestro cuerpo va cambiando poco a poco y nuestros órganos y tejidos envejecen de forma natural, esto no quiere decir que no podamos evitar o prevenir la aparición de enfermedades asociadas a la edad. Es el caso de la enfermedad periodontal o de las encías, entre otras.
“Las personas mayores cometen el error de pensar que por el simple hecho de ir cumpliendo años, deben asumir que están envejeciendo y adoptan una actitud pasiva frente a su salud. Todo lo contrario. Es el momento de entrar en acción y, si no hemos sido previsores antes, vamos a hacerlo ahora. Porque nunca es tarde para cuidarnos, vamos a luchar contra procesos de envejecimiento que no nos corresponden –comenta el doctor Iván Malagón–. En concreto, los problemas en las encías aparecen cuando se permite que la placa, y con ello, las bacterias, se acumulen a lo largo de la línea de las encías y entre los dientes. Las encías adquieren un tono más rojo, se inflaman y sangran con facilidad. Si no se pone freno, termina siendo una periodonditis, que puede tener consecuencias sobre los tejidos y los huesos que sostienen los dientes. Las encías se van separando retrayendo, creando focos de infección. En los casos extremos, puede llevar a la pérdida de piezas dentales. Pero esto no tiene que ser una parte irremediable del proceso de envejecimiento. Podemos evitarlo”.
Las personas mayores están igual de expuestas a los problemas orales que otros colectivos como pueden ser los niños. Por ejemplo, a los mayores también le pueden aparecer caries, aunque se asocie esta enfermedad a la infancia. Incluso las piezas dentales que ya han sido empastadas pueden volver a cariarse por debajo del mismo empaste o por alguna pequeña grieta. Por eso debemos mantener las precauciones con la caries a lo largo de nuestra vida.
‘Cosas de la edad’
Hay otros trastornos que sí están ligados a la edad. En ocasiones, los tratamientos farmacológicos que toman los mayores pueden provocar sequedad de boca o xerostomía. Los efectos secundarios de muchos medicamentos para tratar afecciones propias de la tercera edad incluyen una menor secreción de saliva, como ocurre con los fármacos para controlar la presión arterial o la depresión.
Si en lugar de asumirlo como cosas de la eda” buscamos el origen evitaremos que la menor salivación nos lleve a la proliferación de bacterias en nuestra boca y, por tanto, de infecciones. Si la causa de la xerostomía está en algún medicamento, es posible que el especialista que lo ha prescrito pueda ajustar la dosis para evitar este efecto secundario.
Ante todo esto podemos pensar que nosotros somos todavía jóvenes y que ya tendremos tiempo, ya que nuestros dientes ‘lucen’ radiantes. Grave error cuya única solución pasa por revisiones periódicas empezando desde edades muy tempranas. Visitar una vez al año a nuestro dentista de confianza nos ahorrará muchos problemas y enfermedades, y dinero, ¿por qué no decirlo?, en un futuro no muy lejano.