Camps no acaba de creerse lo vivido en estos últimos meses a propósito de su novela, y lo que vivirá en los próximos. De lo vivido, Camps, que acaba de cumplir 43 años, recuerda la sobremesa de la comida familiar de Navidad, cuando comunicó por sorpresa a sus padres, hermanos, cuñados y sobrinos que había escrito una novela y que estaba ya en imprenta. “Todavía no se han repuesto”, bromea. Pero fue hace cuatro años, durante una espera en el aeropuerto de la ciudad italiana de Bérgamo, cuando “el núcleo central” de la historia se hizo un hueco en su mente. “Dejé reposar la idea durante unos meses, transcurridos los cuales me puse a trabajar en su estructura y en los personajes”, relata este buen lector, más de ensayo que de novela, que nunca antes había pensado en escribir ficción. “Soy organizado, pero no un friki”, advierte con una sonrisa.
Solo cuando la historia estuvo bien estructurada, Camps se sentó ante el ordenador para escribir la historia de un atractivo profesor de literatura, Víctor Vega, que acepta la propuesta de la viuda del escritor Hugo Mendoza para que averigüe la identidad de quien todos los años, cada 3 de diciembre, día del aniversario de la muerte, le envía un texto manuscrito e inédito de su esposo fallecido. Así arranca la trama de esta novela en la que “nada es porque sí”, explica Camps, en la que todo y todos “tienen una razón de ser”, una trama que va y viene, que da muchas vueltas, y en la que se refleja con maestría el alma humana.
Camps tardó dos años en escribir esta intriga de giros constantes, durante los que siguió dando clases en la universidad y de la que no informó a nadie, ni siquiera a su pareja. Páginas que fue guardando en una carpeta con un título muy significativo: ‘proyecto disfrutar’. Una historia muy cinematográfica, reconoce, en la que hay misterio, crímenes, amor, desamor... “Y mucha reflexión sobre nuestra sociedad y los problemas que nos abruman, como la mentira”, afirma Camps, que ha situado la acción en la ciudad que mejor conoce, Valencia, y en su costa, además de Madrid y, en menor medida, Londres y Barcelona. “Es entretenimiento en vena”, comenta de la novela, que, una vez acabada, guardó en un cajón durante meses. “Hasta que alguien la leyó, le gustó y habló de ella a Planeta. Ha sido un regalo completo”, afirma.
Coincidencias
Entre Víctor Vega, protagonista de la ficción, y Camps existen coincidencias más allá de dedicarse los dos a la enseñanza, aunque “en ningún caso es autobiográfica. Todos los personajes tienen cosas de mí, de mi vida, de mis experiencias vitales. No podría ser de otra manera. Es imposible escribir una novela sin aparecer en ella de alguna forma”, recalca. Y concluye: “he hecho lo que me apetecía, escribir esta historia sin pensar en publicarla”. De ahí que viva estos días en una nube. “Me parece increíble ver mi nombre en la portada o en los escaparates de las librerías”.