El público de la obra entra en grupos de ocho personas en un espacio laberíntico de doscientos metros cuadrados y compuesto por doce estancias. Cada una de ellas tiene un carácter independiente y autónomo y exige del participante una voluntad receptiva muy activa. Así, el espectador recibe imágenes, sensaciones y vivencias encaminadas a concienciarle sobre la violencia de género. Además, para completar la experiencia, los participantes llevan unos auriculares que hacen de guía y perfeccionan la producción través de un ambiente sonoro y/o musical diseñado por Igor Pinto.
La propuesta tiene una duración de unos cincuenta y cinco minutos. Los pases están programados cada treinta minutos con grupos que entrarán cada ocho minutos. El acceso a la instalación se realizará por orden de llegada.